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Insomnio en época de aislamiento

Qué es y como evitarlo

La deficiencia en un buen descanso se da por no cumplir la cantidad de horas necesarias fisiológicamente para procesar el mismo. Lo ideal, para lograr una buena calidad del sueño, es dormir entre 7 y 8 horas dentro de las 24 horas del día.

 

El sueño que realmente facilita la reactivación de nuestro sistema es el nocturno. El diurno permite un descanso pero no permite el recicle que necesita el organismo para tener una actividad de vigilia óptima al día siguiente.

 

A nivel general, una de las alteraciones del sueño más comunes y repetitivas es el insomnio, definido como la dificultad para iniciar el sueño fisiológicamente. Cuando la persona decide acostarse a dormir el sueño debe aparecer a los 15 o 20 minutos. Cuando esto no se da y se prolonga más allá de los 15, 40, 45 minutos, o incluso hasta una hora; podemos decir que estamos ante la presencia de un insomnio de iniciación. Si se presenta aisladamente o en algunas circunstancias de estrés no significa que va a persistir pero sí se lo considera si sucede cuatro veces en el curso de una o dos semanas.

 

Además del insomnio de iniciación existe el insomnio de mantenimiento que es cuando la persona inicia el sueño a los 10 o 15 minutos de acostarse, logra dormir una o dos horas, se despierta y no puede reiniciar el sueño. Por lo general, cuando uno se despierta a los 2, 3 o 5 minutos vuelve a reiniciar el sueño pero en estos casos la persona demora 40 minutos, una hora o más para alcanzarlo.

 

En esta situación de crisis, extrema, todos nuestros hábitos se alteran totalmente y es lógico que uno de los principales hábitos que se modifiquen sea el del sueño.

 

Al estar en nuestra casa, con cambios de rutina y horarios distorsionados no hay un desgaste de energía y esto hace que el sueño sea más difícil de conciliar. También hay que tener en cuenta que esta situación crea angustia, depresión, incertidumbre e inseguridad. Nos altera emocionalmente generando una preocupación que incide directamente en la situación de conciliar el sueño.

 

Lo más recomendable para afrontar escenario, entonces, es tratar de mantener los hábitos normales de higiene, de alimentación (cumplir las cuatro comidas diarias), intentar hacer actividad física (a pesar de los espacios reducidos, buscar un lugar donde ejercitarse); en definitiva, armar un hábito diario, cumplir tareas, fijarse objetivos, planear actividades.

 

A su vez, se deben mantener las costumbres vinculadas al descanso, sobre todo de lunes a viernes, pudiendo darnos un descanso los fines de semana. Lo ideal es tener un horario para iniciar el sueño, mantener una rutina y prepararnos para el descanso.

 

 

Algunas recomendaciones

 

·         Mantener los horarios de acostarnos durante la semana

·         Ingerir líquidos hasta las 5 o 6 de la tarde para que la ingesta de líquido masiva no haga que durante la noche tengamos la necesidad de despertarnos para ir al baño

·         Evitar los estimulantes (café, mate, bebidas colas) y también el alcohol durante la noche.

·         Tratar de que la habitación esté lo más cómoda posible: higienizada y ventilada.

·         No dormir ni ir a la cama con el televisor o con dispositivos tecnológicos que intervengan el inicio del sueño.

 

 Fuente: INEBA

Por la DRA. STELLA ESTELLES, NEUROFISIOLOGA DE INEBA

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