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Día Mundial de la Hepatitis

En el país más de 500 mil personas tienen hepatitis B o C y 6 de cada 10 no lo saben

El hígado es el órgano más grande del cuerpo y ayuda a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. Su inflamación se denomina hepatitis.

 

En el país, más de 500.000 personas viven con hepatitis B o C y 6 a 7 de cada 10 no lo saben.

 

Por lo general, los casos de hepatitis son causados por virus y dependiendo del virus que la produjo se denomina hepatitis A, B o C. Si bien varias personas que la padecen no presentan síntomas, las señales que esta enfermedad puede dar son:

 

·         Pérdida del apetito

·         Náusea y vómitos

·         Diarrea

·         Orina oscura y evacuaciones de coloración pálida

·         Dolor abdominal

·         Ictericia, tonalidad amarilla de la piel y los ojos

 

 

“Algunas formas de hepatitis son leves y otras pueden ser graves. Si no se detectan pueden causar enfermedad hepática, cirrosis y cáncer de hígado. Las hepatitis virales están entre las primeras causas de muerte a nivel mundial y causan mayor mortalidad que el HIV, la tuberculosis y la malaria”, explica el Dr. Ricardo Federico Díaz, médico gastroenterólogo de INEBA.

 

La detección de la hepatitis es muy simple y se obtiene mediante un análisis de sangre. Si la persona está enferma, la C tiene cura, mientras que para la B hay vacuna y tratamientos que la controlan de manera efectiva.

 

“Las personas de entre 45 y 75 años tienen más probabilidades de contraer hepatitis C por lo que es importante realizar los controles de laboratorio periódicos”, agrega el especialista.

 

Las diferencias entre los tipos A, B y C

 

La hepatitis A es una infección del hígado que causa inflamación y afecta al funcionamiento del hígado. En el 90% de los casos pasa desapercibida y se contagia por ingerir alimentos o agua contaminados, o por el contacto directo con personas u objetos infectados.

 

Los casos leves no necesitan tratamiento y la mayoría de los enfermos se recuperan completamente aunque en adultos es una de las principales causas de trasplantes hepáticos. Una de las mejores maneras de protegerse de la misma es mantener una buena higiene y aplicarse la vacuna que la previene.

 

Por su parte, la hepatitis B es una infección hepática grave la cual puede cronificarse, lo que significa que dura más de seis meses en sangre. Se contrae por el uso de jeringas infectadas o por contacto de fluidos y por lactancia materna en madres infectadas.

 

Tener hepatitis B crónica aumenta el riesgo de contraer insuficiencia hepática, cáncer de hígado o cirrosis con sus correspondientes complicaciones médicas.

 

La mayoría de los adultos infectados por la misma se recupera por completo, mientras que los bebés y niños son más propensos a contraer una infección crónica. Si bien la vacuna puede prevenirla, una vez que se la contrae, no tiene cura.

 

Por último, la hepatitis C es una infección que tiende a volverse crónica porque pasa desapercibida. Se contagia por sangre o en personas de riesgo al exponerse a transfusiones, tatuajes o lactancia en madres infectadas.

 

Hoy en día esta enfermedad puede curarse con medicamentos en más del 95% de los casos aunque alrededor del 50% de las personas que la padecen no lo saben.


Fuente: INEBA

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