Según un estudio recientemente publicado en Cephalalgia, el diario oficial de la Sociedad Internacional de Cefaleas, aproximadamente uno de cada cinco pacientes que presentaron dolor de cabeza durante la fase aguda de COVID-19 desarrolla una cefalea crónica diaria y la mayor intensidad del síntoma en la fase aguda aumenta la probabilidad de que se prolongue en el tiempo.
La investigación fue realizada por miembros del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (GECSEN), en el que se analizó la evolución de más de 900 pacientes españoles de seis hospitales locales. También se refiere que a mayor intensidad del dolor en la fase aguda hay más probabilidades de que se alargue en el tiempo, lo que muestra la importancia de una pronta evaluación de pacientes con cefalea persistente luego de transitar la enfermedad.
Si bien el dolor de cabeza es un síntoma frecuente del COVID-19, su evolución a largo plazo sigue siendo desconocida. El objetivo de este estudio fue evaluar la duración a largo plazo de la cefalea en pacientes que presentaron dicho síntoma durante la fase aguda de la enfermedad.
La mediana de edad fue de 51 años, 66,5% mujeres y más de la mitad (52,7%) tenía antecedentes de una cefalea primaria. Cerca de la mitad de los pacientes precisó internación (50,5%) y el resto fue tratado en esquema ambulatorio. El fenotipo de cefalea más frecuente fue el holocraneal, es decir, dolor en toda la cabeza, (67,8%), con una intensidad grave (50,6%).
La duración de la cefalea, dato disponible en 96,6% de los casos, fue de 14 (6 a 39) días de media. En 31,1% la cefalea persistió después del primer mes, en 21,5% se mantenía a los dos meses, en 19% a los de 3 meses, 16,8% después de seis meses y en 16% a los nueve meses.
Según declaraciones del Dr. David García Azorín de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y coautor del estudio, “la duración mediana de la cefalea COVID-19 está en torno a las dos semanas, no obstante, casi 20% de los pacientes tiene una duración más prolongada y si la cefalea persiste a los dos meses, lo más probable es que adopte un patrón crónico. Por tanto, es importante aprovechar esa ventana de oportunidad y ofrecer tratamiento entre las seis y doce semanas, en caso de que no remita” y recomienda un esquema de tratamiento preventivo para aumentar las probabilidades de mejora del paciente.
Fuente INEBA
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