La actividad física es fundamental para mantener la salud y para prevenir numerosas enfermedades. Más allá de la mera ausencia de síntomas, un estado de salud es aquel que nos permite disfrutar de la vida y enfrentarnos a los desafíos cotidianos. Cuando la cantidad y calidad de la actividad física que desarrollamos cotidianamente no alcanza el mínimo necesario para mantener un estado saludable, hablamos de sedentarismo.
Llevar una vida físicamente activa produce numerosos beneficios físicos y psicológicos para la salud:
Aun sin concurrir a un gimnasio es posible desarrollar actividad física. Algunas opciones son: subir y bajar escaleras, ir caminando al trabajo, realizar tareas de limpieza y jardinería a un ritmo vivaz, bailar.
Comience despacio. Si actualmente no practica actividad corporal inicie con un período de 10 minutos de ejercicio ligero o una caminata a paso acelerado cada día y gradualmente aumente la dificultad del ejercicio y la duración del mismo.
Un tipo más específico de actividad es el ejercicio cardiovascular o aeróbico, que aumenta la frecuencia cardíaca a un nivel donde aún es posible hablar pero comienza una leve sudación. Un mínimo de 20 minutos de ejercicio cardiovascular 3 ó 4 días por semana es suficiente para mantener un buen estado físico.
El mejor ejercicio es aquel que usted pueda hacer. Caminar se considera una de las mejores opciones pues es fácil, segura y económica. Hacerlo a paso acelerado puede quemar tantas calorías como al correr y tiene menos probabilidad de causar lesiones que corriendo o trotando. Además, no requiere de ningún entrenamiento o equipo especial, excepto de un buen calzado. Su médico le recomendará qué tipo de ejercitación es la más adecuada para su necesidad y estado de salud.
Para a comenzar y continuar con éxito un programa de ejercicio físico:
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