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Cerebro en funcionamiento

Memoria, neuroplasticidad y reserva cognitiva

22/07 Día del cerebro 


Por la Dra. Carolina Feldberg, neuropsicóloga e Investigadora adjunta del Conicet en INEBA

 

La memoria se ha definido como la capacidad de registrar, retener y recordar información, eventos, vivencias personales, tareas pendientes, recados ya realizados, libros leídos y caras de personas conocidas, entre otras cosas.

 

La idea general de que la memoria no es una entidad unitaria surge en diferentes contextos disciplinarios (neuroconductuales, neuropsicológicos y cognitivos), confirmando así la necesidad de dividir la memoria en distintos sistemas.

 

Se considera entonces que la memoria no es una entidad unitaria y se denomina como tal a la representación de un número separado de sistemas que interactúan entre sí  y que  tienen una función en común, que es el hacer posible la utilización del conocimiento adquirido y retenido.

 

Dentro de los cambios generales que experimentan los individuos en el proceso de envejecimiento, uno de los que mayor efecto tiene es el que se produce en el ámbito de las funciones cognitivas. La prevalencia de trastornos cognitivos en las personas mayores se incrementa con el paso del tiempo y en relación con esta problemática existe en los profesionales del área un esfuerzo por identificar aquellos factores que podrían ayudar a mantener el rendimiento cognitivo en la vejez.

 

Probablemente muchos han escuchado el dicho "úsalo o piérdelo" que  ilustra de manera bastante precisa cómo la actividad impacta de manera positiva en el cerebro.

 

La mente necesita ejercicio para mantenerse alerta y activa. La plasticidad neuronal es la capacidad que tiene el cerebro de modificar sus redes de conexión ante la aparición de nuevos estímulos en el ambiente. Todas nuestras experiencias y aprendizajes se plasman en nuestro cerebro en forma de redes sinápticas complejas y  cuanto más novedosos sean los estímulos a los que nos exponemos, más rico y complejo será nuestro entramado cerebral.

 

Esta neuroplasticidad sostiene lo que se conoce como “reserva cognitiva”, uno de los factores que contribuye a que el cerebro sea más resistente, tanto ante los cambios producto del paso del tiempo, como también frente a la aparición de enfermedades neurológicas como el Alzheimer. La misma se construye a lo largo de toda la vida y es el resultado de nuestro estilo de vida, el nivel de escolaridad, la complejidad de la actividad laboral y las actividades que realizamos en nuestro tiempo libre.

 

Por lo tanto, así como ideamos formas para seguir entrenando nuestro cuerpo en casa, es importante que hagamos lo mismo con nuestra mente. Existe una amplia gama de propuestas para ejercitarla pero en líneas generales es fundamental que la actividad que se elija cumpla con estos requisitos:


·        Que sean novedosas y desafiantes. Cuanto más alejadas sean de las tareas que realizamos en el trabajo o en el tiempo libre, mejor, aunque nos tiene que gustar. Solo sostenemos en el tiempo aquellas actividades que nos gustan las


·        Que tengan una meta u objetivo. Es recomendable no establecer la barra demasiado alta y asegurarnos de controlar su progreso hacia lo que queremos logar.


·        Que sean sostenibles en el tiempo (por eso deben gustarnos). Estudios científicos señalan que períodos de 30 a 60 minutos cada dos días son tiempos eficientes respecto de la periodicidad.


.          Que sean sociales (si es posible, es mejor). Como ocurre con el ejercicio físico, el entrenamiento cognitivo puede ser más eficiente si se realiza con otras personas, no sólo porque sea más divertido, sino porque también puede aumentar nuestro nivel de esfuerzo y ayudarnos a superar barreras como el aburrimiento.


Fuente: INEBA

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